martes, 30 de octubre de 2012

Carta

Recuerdo cuando me avisabas que volverías, lo hacías y ni te enterabas cómo, lo hacías entre sueños,  no sé porqué y nunca lo entendí, pero soñaba contigo un día o dos antes de tu llamada sorpresa o la aparición nocturna de última hora, me ponías en aprietos con tus apariciones, ya sabía que aparecerías pero no sabia como ni dónde, siempre era diferente, siempre terminaba haciendo alguna locura para verte. Sentía que el corazón se derretía cuando ya te tenia cerquita, esa sensación que jamás olvidaré y que no creo que vuelva a repetir, era curiosidad ansiedad y dolor, sabia que no duraría mucho, sabia que te irías sin avisar, pero le apostaba a cada uno de tus regresos, -puede que esta vez si se quede- pensaba, con la esperanza torpe de los enamorados sin precaución, pero en el fondo sabía que no pasaría, que te irías otra vez, que volvería a llorar, que te odiaría de nuevo hasta la próxima llamada.
La mitad de mi adolescencia a la espera de tu amor, que torpe te hace la juventud, tantas ganas de amar aplazadas a tu voluntad, igual no me arrepiento, fue hermoso y ahora es una historia bonita, porque a pesar de todo fue genial lo que vivimos: las cartas de amor, las canciones, las escapadas en el carro de tu papá, las caminatas... ¡LA TARJETA! la portada era la "Clase de baile" de  Edgar Degas una de mis obras favoritas, con esa te me declaraste y decías que me parecía a la bailarina del fondo, la que mira fijamente al pintor, el tiempo pasa volando, y yo guardé cada suspiro que perdí contigo, cada beso que se quemó antes de amarte.
Ahora ya apareces sin previo aviso, entonces pienso que algo se rompió o que la costumbre y el tiempo hicieron lo suyo, que ya nada es igual, que le encontré otra forma a la felicidad, que mi subconsciente se rindió contigo y de paso conmigo, que se perdió la magia pero quedo el encanto, que entre mis pasos ya no te veo. Cada vez que aparezcas aquí estaré, pero mira que ya no me derrito, ya no tengo lagrimas que tragarme al verte, ya me acostumbre a no tenerte en mi vida, ya crecí, han pasado tantos años y apareces  de nuevo, parece que de tanta promesa la única que cumpliste fue esa de: "SIEMPRE REGRESARÉ" pero hubiera preferido que cumplieras la de "NUNCA ME IRÉ DE TU LADO".

Siempre es bueno respirar contigo.

viernes, 26 de octubre de 2012

Guaches


Creo que ya conocí a los hombres mas guaches del mundo y me pregunto:  ¿será que atraigo imbéciles? ¿los imbéciles atraen mujeres amables? ¿soy una imbécil por ser amable con los guaches? 
Vienen de diferentes tipos y tamaños, pero tienen en común un ego mas grande que su inteligencia, una prepotencia infinita que confunden con  simple y humilde orgullo y un humor barato que consideran inteligente. Hablan muy bien de ellos mismos y hablan muy mal del resto del mundo, siempre hay una crítica, de las malas claro está, un cumplido de un guache no sabe a cumplido, sabe a lambonería, les encanta exagerar, por eso se "enamoran" tan fácil. 
Me ha llevado años de experiencia sacar estas conclusiones, yo, como muchas me dejaba deslumbrar por una que otra cualidad que tienen estos donjuanes y que obvio despiertan curiosidad, pero recuerde como quedó el gato por curioso y reflexione antes de andar con un tipo sobrado y de pésimo humor. Evite al tipo que le critica hasta la risa, evite al sujeto que confunde machista con caballero, evite que se le metan al rancho y opinen sobre cosas que ni siquiera a usted le importan y sobretodo evite el que le anda preguntando y averiguando chismes de terceros que poco o nada tienen que ver con él (¡SÍ, EXISTEN!) 
Un tipo que vive pendiente de la felicidad o desgracia ajena no tiene tiempo para estar pendiente de usted, y si usted esta pensando en él mientras lee esto, déjelo ir. 



martes, 23 de octubre de 2012

Sí pero no.


Puedo pasar por tonta de vez en vez, sobre todo cuando tropiezo sin gracia con la piedra evidente que todos ven menos yo, mi torpeza es mi mejor cualidad, es perfecta, innata, es tan yo.
A veces también paso de loca, canto mientras camino sola por la calle y a veces lo hago con una sonrisa idiota, pero solo me doy cuenta de dicha sonrisa cuando siento sobre mí más de una mirada perturbada, eso de cantar solo por la calle esta muy mal visto, en serio, robe, mastique chicle, escupa, pero no cante mientras camina solo en la calle, eso no se hace. 
Y mientras me tropiezo con la piedra evidente y tarareo la canción del día, pienso en él, mi sonrisa estúpida es culpa de uno de esos pocos recuerdos que me niego a guardar, son mi compañía cada día al salir de casa, y sé que no tiene sentido, ni el más mínimo futuro, pero me encanta pensar en él, me gusta como se siente torturarme un rato con esos deseos que jamás serán, y es que las torturas también  pueden dejan sonrisas, como los vicios, puede entonces que su sonrisa sea mi vicio y mi problema sus ojos...